‘Tienes que quererte más, tener más amor propio’. Seguro que en alguna ocasión has oído esta frase. Lo primero que tenemos que tener claro es a qué nos referimos cuando hablamos de amor propio. “El amor viene referido a un autocuidado a nosotros mismos, tiene que ver con respetar nuestra escala de valores, nuestros principios y, en definitiva, la auto aceptación de nuestro propio ser”, nos cuenta la psicóloga clínica Pilar Guerra Escudero, que apunta que empezamos a cultivarlo desde que nacemos, siendo primordial que hayamos tenido la suerte de haber nacido en un entorno familiar funcional. “Un reconocimiento por parte de nuestros progenitores es fundamental para nuestra autoestima, contexto que abarca el concepto de amor propio. Por tanto, es un aprendizaje más, quizá el más importante, que sirve de base para todos los demás”, nos detalla. Le preguntamos cuáles son las claves para cultivarlo, y nos las resume a continuación.
Por definición, es el aprecio o consideración que uno tiene de sí mismo. Es un concepto por el que a veces pasamos por la vida sin reconocerlo, sin saber ni tan siquiera que existe. Por tanto, en opinión de la psicóloga, es importante que cada día el desarrollo emocional tenga la misma importancia que la sociedad otorga al desarrollo físico o del conocimiento del cuerpo y su salud orgánica.
“Reconociendo que no nacemos sabiendo, hemos de emplear un tiempo para nuestro autoconocimiento personal, no necesariamente hay que padecer un trastorno psicológico. El conocimiento de nuestra psiquis ayuda a identificar un buen desarrollo de la autoestima y consiguientemente de nuestro amor propio”, nos explica.
Para tener amor propio tenemos que fortalecer nuestras aptitudes, que son las capacidades que tenemos para realizar las actividades o conductas necesarias para poder vivir. El amor propio se intensifica cuando somos capaces de valorar nuestras fortalezas o aspectos positivos, así como nuestras áreas de mejora o aspectos negativos. “Desarrollar nuestra capacidad crítica hacia nosotros mismos, por lo tanto, nos conduce a un autocuidado mucho más evolucionado, dándonos la fuerza necesaria para nuestro auto respeto y la proyección de este hacia los demás”, nos cuenta Pilar Guerra.
“Hay que trabajar la dependencia emocional para aumentar nuestro amor propio. Entendemos por dependencia emocional un rasgo negativo de nuestro carácter que nos lleva a ver al otro como una necesidad y no como una opción. Cultivar una libertad individual es importante para nuestra independencia. Se habla mucho de que el ser humano es un ser social por naturaleza, sin embargo, bajo mi criterio, el individuo ha de aprender antes el arte de ser ‘individual’ para poder después formar parte de la sociedad, sin tener relaciones tóxicas. Primero hay que aprender a ser persona para después aprender a estar en relación con los demás. Soledad no es estar solo, es aprender a estar con uno mismo”, nos detalla la especialista.
Hay que saber vincularse sanamente con los demás. “Tener relaciones saludables aumenta el valor en nosotros mismos y, por tanto, la autoestima y el amor propio. Una familia que funcione de manera sana, un trabajo, unos amigos, una pareja funcionales son puntos de referencia importantísimos para potenciar el amor por nosotros mismos. Sentirnos cuidados, sostenidos, comprendidos, ayudados y respetados refuerzan nuestra propia seguridad en nosotros”, nos cuenta la experta, que matiza que, por el contrario, un ambiente tóxico, repleto de juicios negativos, de críticas continuas, con falta de sinceridad y empatía, puede llevarnos al auto cuestionamiento de nuestra propia valía personal. “Aprendemos el amor propio con mayor probabilidad cuando aprendemos a ser queridos, para después saber querernos”, nos cuenta.
“Trabajar o el arte de poder ser útil para obtener o no una remuneración aumenta de manera positiva la percepción sobre nosotros mismos. Dar importancia a nuestro trabajo diario, sea remunerado o no, como por ejemplo ocurre con las labores del hogar de las amas y amos de casa, nos impulsa a un reconocimiento de nuestro esfuerzo y a una sensación de utilidad y auto realización personal. El trabajo es vehículo para satisfacer nuestras necesidades básicas”, puntualiza.