El distanciamiento social y las restricciones de movilidad han sido una de las principales causas de muchos problemas que se han detectado en niños y adolescentes. De entre ellos, sabemos que el deterioro de la dieta es uno de los más importantes, además de la reducción de la actividad física, la limitación del contacto social y la ansiedad relacionada con la incertidumbre derivada de la Covid-19. Mientras los dos primeros han ido en detrimento de la salud física, son estos los dos últimos problemas los que más sensación de angustia y ansiedad han generado. Y la salud emocional también importa.
“La pandemia nos ha dejado a todos en una situación más vulnerable y delicada. Hay muchos niños que necesitan ayuda para aprender a gestionar sus emociones y sobrellevar esta situación”. Así de rotunda es Isabel Buil, directora de Fundación Affinity, desde donde han trabajado con perros de terapia para intentar minimizar estos efectos negativos del confinamiento. Y es que se ha demostrado que “los niños tienden a buscar la compañía de sus perros y gatos en momentos de dificultad, al igual que buscan a otros miembros de la familia, como sus padres”. Por tanto, si tienes un perro o un gato, tienes un gran aliado para luchar contra el estrés, la ansiedad y la angustia.
Aunque no los únicos. Como nos cuenta Jaume Fatjó, director de la Cátedra Fundación Affnity, “otros animales domésticos, como el caballo o el gato, pueden realizar con éxito intervenciones de terapia asistida y ser buena compañía”. Bien es cierto que los perros son los que más participan en todas las terapias y actividades que ellos llevan a cabo para ese tipo de situaciones. Así, para Isabel Buil, “los beneficios de convivir con un animal de compañía son innumerables y, sin duda, una fuente de apoyo importante para los más pequeños de la casa”.
Pero, ¿existe alguna raza mejor que otra para conseguir este objetivo? Para Jaume Fatjó, “no, todo depende del comportamiento que muestra cada perro en particular”. Lo que sí es cierto es que las características físicas y el perfil de temperamento de un perro en particular pueden hacerlo mejor candidato. “La pertenencia a una u otra raza puede influir en ciertos rasgos de temperamento, como la excitabilidad, pero no garantiza por sí sola la idoneidad de un perro”, nos asegura.
Según Jaime Fatjó, “el contacto con un perro o animal de compañía activa los centros del placer y modera los circuitos de la ansiedad en nuestro cerebro. Por ello, la interacción deseada con un perro nos hace sentir bien. Nos sentimos acompañados, queridos y nos enfrentamos mucho mejor a las dificultades”. Son pequeños beneficios que cualquier joven que conviva con un animal puede experimentar. Pero, ¿por qué? Porque en ellos se suman las cinco partes que, según los expertos, está dividido el apoyo social:
Por estos motivos, asegura Jaume Fatjó, “la convivencia con un perro nos ayuda de muchos modos a reducir nuestra ansiedad. Su simple presencia y la posibilidad de acariciarlo nos ayudan a reducir el estrés y a sentirnos más relajados”. Además, la posibilidad de realizar otras actividades de juego o paseo hace que desconectemos de nuestras preocupaciones o, mejor, realicemos actividad física.