El dolor de cadera es un incómodo compañero para quien lo padece. Puede ser una molestia ocasional, pero hay también personas que lo sufren de forma habitual, por lo que es importante aclarar cuáles son sus causas y cuál debe ser el tratamiento en el caso de padecer este problema relacionado con una articulación fundamental como es la cadera. Hemos hablado con Raúl Ferrer, vicesecretario del Colegio Profesional de Fisioterapeutas de la Comunidad de Madrid, quien nos ha aclarado todas las dudas.
En opinión del experto, lo más habitual, teniendo en cuenta la prevalencia general de los problemas relacionados con la cadera, es la aparición de dolencias derivadas de la práctica regular de algunos deportes y, en la población general, cuestiones musculares, que afectan principalmente a la musculatura estabilizadora de la cadera y que van aumentando con la edad.
“Pero hay múltiples causas que pueden provocar dolor en la región inguinal, relacionadas con la articulación de la cadera, y en la región lateral o posterior de la misma, ocasionadas por estructuras que rodean la articulación. Algunas enfermedades que afectan al aparato genitourinario y a la región abdominopélvica también pueden ser fuentes de dolor en la región de la cadera”, nos explica.
“Hay muchas posibles patologías que pueden cursar con dolor en esta región y para determinar el origen es necesario una buena exploración física y una buena historia clínica. Podemos clasificarlos entre problemas de dentro de la articulación, de fuera de la articulación y problemas neurales asociados a la zona de la cadera. A su vez, con esta clasificación podemos cruzar una distribución topográfica sobre la aparición de síntomas en la zona inguinal, zona lateral o zona posterior de la cadera”, nos explica el fisioterapeuta, quien nos aclara que entre las más frecuentes de origen musculoesquelético están los pinzamientos femoroacetabulares, que son habituales en deportistas, como decía, y las tendinopatías, que suponen la principal causa de aparición de dolor en la región lateral de la cadera; se dan en el 50% de los casos.
Raúl Ferrer nos explica que, ante un dolor de cadera, en primer lugar, conviene pensar en si hemos hecho o sufrido algo que lo justifique: un esfuerzo, un golpe, un resbalón o un esfuerzo prolongado al que no estamos habituados, como una caminata excesiva, ya que esto puede orientarnos. Si entre tres y cinco días no han disminuido el dolor y la incapacidad funcional que suele ir asociada debemos consultar con un profesional sanitario.
“En casos de empeoramiento durante esos primeros días o de que no se encuentre una causa justificada y haya una aparición súbita e intensa de dolor que no mejora con el movimiento, se debe acudir a un médico para descartar problemas que requieran una atención precoz. Algunas apendicitis o problemas de riñón pueden cursar con dolores en la región inguinal y deben ser valorados por un profesional sanitario”, nos dice. En caso de que poco a poco vaya empeorando la situación, o que simplemente no termine de mejorar, conviene consultar con un fisioterapeuta que pueda evaluar la articulación, porque lo más probable es que sea un proceso relacionado con el sistema musculoesquelético y que tenga una solución desde esta disciplina.
¿Cómo debemos tratar este problema? “El tratamiento varía en función del origen del problema, pero el abordaje con ejercicio terapéutico pautado por un fisioterapeuta, así como técnicas de terapia manual y educación terapéutica, han demostrado ser eficaces en el tratamiento de este tipo de problemas, del mismo modo que en otros casos de dolor musculoesquelético crónico”, añade.
Como suele suceder con muchos problemas articulares, no es extraño que el dolor de cadera pueda incrementarse con la edad. “Efectivamente, es un problema que tiene más prevalencia a medida que aumenta la edad de las personas que lo padecen. Pero normalmente los problemas no tienen una relación directa con la degeneración articular asociada a la edad (artrosis). En su gran mayoría son fruto de malas adaptaciones a cambios de hábitos funcionales, como el sedentarismo que se ve interrumpido puntualmente por un esfuerzo puntual y desencadena una tendinopatía o un proceso de sobrecarga muscular, más frecuente cuantos más años tenemos”, matiza el fisioterapeuta.
Cuando decidimos acudir al médico por un dolor en la cadera, éste determinará las pruebas médicas necesarias para determinar la causa de dicho dolor. “El dolor que se experimenta, ya sea en la cadera o en cualquier parte, en la gran mayoría de los casos no está relacionado con una posible lesión que se pueda observar en una prueba de imagen o similar, sino que es la consecuencia de muchos factores que no tienen que estar relacionados con un daño concreto. En los casos de causa conocida y de reciente aparición, relacionados con caídas y golpes directos, la radiografía suele ser la prueba de imagen de elección para descartar fracturas, o en procesos en los que hay una implicación articular clara como el pinzamiento femoroacetabular”, nos explica.
Pero lo cierto es que matiza que en la mayoría de los casos en los que esta aparición no es tan clara, o ha pasado bastante tiempo, estas pruebas no aportan nada sobre el origen del problema. “En estos casos una exploración física bien orientada y una entrevista clínica que permita hacer una historia del problema suelen ser las mejores herramientas para alcanzar el diagnóstico certero. Normalmente, acompañado de una serie de cuestionarios con preguntas concretas que permiten determinar la importancia del problema de manera individual en cada persona”, añade.
Le planteamos al especialista si se recomienda reposo o, por el contrario, es mejor no mantener la articulación paralizada. “La indicación de reposo relativo suele estar recomendada en aquellos casos en los que ha habido una causa conocida y reciente del problema, en esos primeros 3-5 días principalmente. Sin embargo, mantenerse quieto con la intención de que ‘no empeore’ no suele ser la mejor estrategia para afrontar ningún problema de origen musculoesquelético”, nos cuenta. “A la vez, ‘moverse’ sin que haya una orientación específica para favorecer la recuperación del problema, acudiendo a conocidos que hacen habitualmente ejercicio en gimnasios o a profesionales de la actividad física, y sin tener en cuenta las implicaciones que puede tener el dolor en la interferencia con la vida de las personas, tiene sus riesgos. Desde el punto de vista de un profesional sanitario puede ser, en el mejor de los casos, una pérdida de tiempo, y en el peor, podría provocar que empeoren los síntomas y el problema, por el coste de oportunidad de no estar siendo tratado por el profesional adecuado”, puntualiza el experto.