¿Es cierto que los perros ven el mundo en blanco y negro? ¿O que tienen una mayor agudeza visual? ¿Ven bien de noche? Son muchas las preguntas que nos hacemos sobre cómo es el sentido de la vista de nuestras mascotas. Y son también muchas las falsas creencias. Por ello, hemos hablado con Pelayo Vázquez, oftalmólogo veterinario de AniCura Buenavista Hospital Veterinario, quien nos aclara todas aquellas dudas sobre cómo nuestros perros ven el mundo. Empezamos por la más común: ¿ven realmente en blanco y negro?
La percepción del color depende del tipo de fotorreceptores que tenemos en la retina y es muy variable de unos animales a otros. En el caso de los perros se estima que su visión es en tonos “sepia” o más apagado que el que vemos nosotros en condiciones normales
Al ver en otra escala cromática, quizás no tienen la capacidad de distinguir nítidamente algunos colores de otros. Por ejemplo, no diferencian adecuadamente el verde del rojo.
Todos los sentidos son complementarios y muy importantes. Es conocida la extraordinaria capacidad auditiva y olfatoria del perro y a veces se tiende a minusvalorar el sentido de la visión en ellos. Es necesario intentar conservarlos todos para que nuestra mascota mantenga la mejor calidad de vida posible.
Los cánidos no tienen la capacidad visual escotópica (ven en la oscuridad) tan aguda como el gato u otros animales de vida nocturna pero aun así, y gracias a sus otros sentidos, pueden adaptarse mejor que nosotros a la oscuridad o a la ceguera.
Prácticamente las mismas que nosotros los humanos: úlceras corneales (heridas en la córnea), cataratas, desprendimientos y atrofias de retina. La única patología que no padecen es la degeneración macular tan frecuente en las personas, dado que su retina no tiene mácula como la nuestra o la de otros primates. Otros animales, como las aves rapaces disponen de dos máculas en la retina, por lo que tienen una agudeza visual extraordinaria.
Sí, padecen cataratas muy habitualmente. Las cataratas en mascotas pueden ser congénitas y secundarias. Congénitas, porque nacen con la propensión a padecerlas y las desarrollan en edades tempranas. Secundarias debido a un traumatismo o una inflamación que ha afectado al cristalino o también provocadas por enfermedades endocrinas como la diabetes mellitus.
La pérdida de agudeza visual depende sobre todo del grado de madurez de la catarata. Primero se hace translúcido y el perro irá viendo como a través de un vidrio esmerilado, para luego convertirse en algo opaco que no deja pasar la luz que debería llegar a la retina. Entonces, el perro perdería la capacidad visual y estaría ciego. Además, ese cristalino con cataratas va a generar inflamación al resto del ojo que puede dañar otras partes vitales para la visión, como la retina, o generar un glaucoma secundario (aumento de presión dentro del ojo), que además de ceguera daría mucho dolor.
Habitualmente en medicina humana la cirugía de cataratas se hace con el paciente despierto con la ayuda de anestesia local. En perros, necesitamos aplicarles anestesia general y tenerlos completamente dormidos. El riesgo anestésico del paciente y la idoneidad de la catarata para someterse a una cirugía exitosa deben ser ponderados de manera independiente por un veterinario especialista en oftalmología: puede haber un paciente geriátrico cuya catarata se podría operar, pero con otras patologías orgánicas que pondrían en riesgo el acto quirúrgico (una insuficiencia cardíaca avanzada, por ejemplo). Sin embargo, a veces nos encontramos pacientes jóvenes y sanos que no tendrían problemas para ser anestesiados para operarse de cataratas y sin embargo la cirugía no está indicada porque no resolvería la ceguera al encontrarse otros problemas oculares asociados que no tienen cura (como una atrofia de retina). Como afirma el veterinario de Anicura, actualmente, se cuentan con las herramientas y los procedimientos necesarios para que este acto quirúrgico sea extremadamente seguro.