Una de las necesidades básicas de los niños, por encima de muchas otras que podrían parecer más urgentes, es sentirse acompañados emocionalmente por sus padres. Es un acompañamiento que tiene que prolongarse durante toda la infancia mientras se están desarrollando psicológicamente. Esta es la manera de generar un apego seguro, en definitiva, de conectar bien con ellos.
“Con los hijos en la infancia se deben compartir momentos de calidad, es decir, momentos en los que se comparta diversión, fluya la comunicación y se sientan escuchados”, resalta Irene Brotons, psicóloga sanitaria y jurídica con clínica en Valencia (www.psicologa-valencia.es).
Para todo ello hace falta tiempo. Los padres tienen que saber qué les gusta hacer a sus hijos para crear un espacio agradable en el que puedan ser ellos mismo. Y para eso habría que seguir cuatro premisas básicas, según explica la experta:
Pero si hay una base imprescindible para conectar con los hijos, esa es la comunicación. ¿Qué características ha de tener? ¿Sirve hablar con ellos cada día? ¿Preguntarles por el colegio? ¿O hay que ir más allá?
Para Irene Brotons, estas son las claves: “Es esencial que en esta comunicación se hable y también se escuche, creando un vínculo de confianza. Se les debe dejar espacios en los que se puedan expresar con total libertad, sin que sientan miedo por el ‘qué dirán’”. Así, es muy importante que los hijos perciban que a sus padres les interesa lo que ellos digan y que los padres muestren un interés sincero.
Los efectos de esta comunicación en positivo revierten sobre toda la familia, ya que “ellos harán lo mismo contigo, interesándose por tus opiniones a través de la escucha activa”, explica la psicóloga (@psicologa.valencia, en Instagram).
Otra vía de comunicación muy directa es la del juego. “Mediante él, potenciarás conversaciones y generarás que el niño se sienta seguro contigo, considerándote su figura de referencia”, explica la especialista. Eso sí, debe ser una atención completa, sin distracciones de móvil o redes sociales y poniendo al pequeño en el centro.
Tener una buena conexión ayuda al niño, ya que fomenta el apego seguro, ese vínculo afectivo que permite un desarrollo psicológico positivo durante la infancia.
Cuando no está ahí, cuando no se logra conectar con los hijos, habrá consecuencias negativas. “Si los padres no crean ese apego seguro con sus hijos, los niños pueden desarrollar posteriormente problemas psicológicos, como dificultad para entender las propias emociones y las de los demás, falta de confianza en las relaciones e incapacidad para demandar afecto, así como sentimientos de inseguridad”, revela Irene Brotons.
Por el contrario, cuando se conecta con el niño en la infancia, hay una proyección positiva en el futuro, empezando por la adolescencia, donde el joven expresará y gestionará sus emociones de otra manera. “El tipo de atención, seguridad, amor y confianza que recibieron y reciben les influirá directamente”, destaca la psicóloga, que subraya que los niños y los adolescentes necesitan saber que se les quiere incondicionalmente en todas su actuaciones como parte de esa conexión tan vital.