Eres de esas personas que ven el vaso medio lleno o medio vacío? ¿Tus amigos o familiares resaltan lo positiva que eres o, más bien, se preocupan por tu negatividad? ¿Intentas siempre ponerte en lo peor o piensas que siempre hay una solución o una manera de superar las adversidades? Como nos cuentan Aída Rubio y su equipo de psicólogos de TherapyChat, tener una visión más positiva nos ayudará a alcanzar un mayor bienestar. Pero también destacan que ninguno de los polos es bueno. Es decir, ni hay que ser demasiado agorera ni tener una actitud exageradamente naïf de la vida. Lo ideal es encontrar el punto medio.
El cómo entendemos lo que nos sucede, el significado que le damos y las oportunidades que vemos en cada evento, es el resultado de toda nuestra trayectoria vital. En esta misma línea muchas veces adoptamos formas de interpretar lo que nos sucede por contagio, es decir, en función de cómo piensan y entienden el mundo las personas que nos rodean.
Muchas personas adquieren la costumbre de entender todo lo que sucede desde el positivismo y la esperanza de que todo saldrá bien, mientras que otras se encuentran en el extremo opuesto, y tienen a ver el vaso medio vacío, desde la desesperanza y visión negativa.
Debemos tener en cuenta que no sólo nuestro entorno está relacionado con nuestra forma de ver la vida, ya que nuestra experiencia juega un papel muy importante a la hora de ver el vaso medio lleno o medio vacío, ya que mediremos nuestras posibilidades de éxito en cada situación que nos encontremos en función de la experiencia previa en esa misma situación u otras parecidas.
Si hemos tenido éxito en los juegos de mesa, es muy probable que creamos que podemos ganar una partida contra amigos y seguramente en una situación de desventaja nos percibiremos como competentes y con posibilidades de remontar. Si por el lado contrario, nuestra experiencia es que no solemos ganar o no somos muy habilidosos en los juegos de mesa, tendremos una predisposición más negativa si nos encontramos en desventaja frente a nuestros oponentes.
La educación que hemos recibido sienta unas bases sólidas sobre la mayor parte de los aspectos de nuestra personalidad. Sin embargo, esto no implica que sea algo determinante en nosotros y nuestra forma de ver la vida, de hecho, sabemos que la forma en la que nos han educado puede hacer que sigamos esa misma directriz, o que queramos ser todo lo contrario. Por lo tanto, puede darse la situación en la que nuestra familia haya sido muy negativa en cuanto a la forma de ver la vida, pero hayamos decidido ser más positivos, ya que es lo que nos habría gustado vivir durante nuestro desarrollo.
Es indiscutible que nuestra educación tiene una gran influencia, por lo que es importante evaluar cómo ha sido nuestra crianza en cuanto a la perspectiva que adoptaban nuestros padres, hermanos, abuelos e incluso profesores, ya que son figuras educadoras que nos acompañan a lo largo de la vida. Una vez hayamos identificado los patrones y perspectiva que tenían las personas que nos educaron, respecto a la forma de entender la vida, podremos intentar relacionarlo con cómo la interpretamos nosotros.
Es importante aprender a encontrar el punto medio sobre cómo vemos y entendemos las cosas que nos suceden. Ninguno de los polos es bueno, por lo que no buscaremos tampoco ser personas positivas en todas las situaciones a las que nos enfrentemos.
Cuando tenemos una clara tendencia a verlo todo “negro” nos paralizamos, no somos capaces de mirar los hechos con objetividad para alcanzar una solución.
Ser positivos consiste en encontrar la motivación por sobreponernos ante un obstáculo, por lo que deberemos entrenar nuestra positividad. Esto no quiere decir que no podamos validar algunas emociones como la frustración o el enfado. Debemos permitirnos sentirnos así, pero no quedarnos estancados en ella, sino motivarnos por encontrar una solución y adoptar una perspectiva positiva sobre el resultado tras aplicar la solución.
Para entrenar nuestro positivismo podemos empezar con pequeñas cosas, como por ejemplo pensar todos los días en cinco cosas que hayan ido bien en el día y cinco cosas que creemos que irán bien el día de mañana. Por otro lado, cuando suceda algo que inesperado y que altere o modifique nuestros planes de manera menos ventajosa para nosotros, podemos intentar buscar las ventajas de ese cambio, pudiendo ser ganancias o pérdidas de cosas negativas. Por ejemplo, este puente el hotel que tenía reservado me canceló la habitación, por lo que me quedé en casa. El lado positivo puede ser que he podido ahorrarme el dinero de la reserva.