Desde que el teletrabajo pasó a ser una posibilidad laboral real, allá por los tiempos en que el coronavirus nos tuvo confinados en casa, quedó clara la necesidad de muchos de nosotros de crear espacios de oficina domésticos que estén a la altura de las circunstancias. Ya no nos sirve cualquier rincón improvisado con una mesa, una silla y nuestro ordenador. Necesitamos espacios para trabajar que estén totalmente pensados para ayudarnos a elevar nuestro rendimiento y nuestra productividad. Y que, además, resulten decorativos.
Puede que hayas vuelto a trabajar a la oficina, ahora que la vida ha vuelto a ser, en parte, como la recordábamos antes de la pandemia. Y aunque así haya sido, seguro que no has desmantelado tu zona de trabajo en casa. Lejos de esto, es importante que convirtamos este espacio en un rincón prioritario dentro del hogar.
Más allá de buscar un lugar tranquilo donde no nos moleste el ajetreo de la casa, nuestro espacio de trabajo ha de estar decorado a nuestro estilo, pensando además en potenciar nuestra concentración. Aquí tienes algunas claves para que puedas elegir los colores de las paredes con acierto.
No hay forma más rápida y más rotunda para cambiar por completo un espacio que pintar las paredes con un color diferente, capaz de añadir sorpresa y naturalidad. Por eso es tan importante saber elegir el color de las paredes, en función del tipo de espacio del que se trate.
Y para hacerlo correctamente, comenzaremos por pensar en la forma en que vamos a usar esa habitación, en qué tipo de atmósfera vamos a crear en ella. En lo que a la zona de trabajo se refiere, elegir un color específico para ella contribuye a separarla del resto de la casa. Podremos crear así un espacio en el que concentrarse resulte más fácil.
Tendemos a pensar que el blanco es un color que siempre es adecuado. Un tono comodín que nos salva cada vez que dudamos a la hora de apostar por otros colores más atrevidos, y que siempre va a quedar bien.
Sin embargo, esto no tiene por qué ser así. En determinados espacios puede resultar un tanto anodino y aburrido, demasiado neutro. Es lo que pasa en las zonas de oficina doméstica: que el blanco termina por ser un color soso que no nos inspira ni despierta nuestra creatividad. Mejor déjalo para otro tipo de ambientes y busca tonalidades que transmitan otras sensaciones.
Otro color a evitar para las paredes de la zona de trabajo es el rojo, aunque por motivos diametralmente opuestos a los que nos hacían rechazar el blanco en este tipo de espacios. El rojo es un color demasiado intenso que puede distraernos con facilidad. En entornos de trabajo debe reinar la concentración y la calma, y este no parece ser un color que contribuya a conseguirlo. Es llamativo y vibrante, y aunque muy decorativo, lo mejor es guardarlo para otro tipo de espacios.
A pesar de ser uno de los colores más apreciados para decorar cualquier espacio de la casa, el gris no es el mejor para las zonas de trabajo. Sabemos que es el color favorito de decoradores e interioristas, pero también que resulta algo triste y apagado.
En zonas como el espacio de trabajo puede transmitir monotonía y tristeza, lo que tampoco es adecuado para trabajar con energía. En la oficina necesitamos un color inspirador, que resulte alegre sin ser demasiado llamativo. No obstante, en determinadas ocasiones el gris puede ser un buen punto de partida para añadir elementos de otros colores más alegres.
Si bien es un color que resulta peculiar, cada vez es una opción más habitual en el panorama decorativo actual. En zonas de trabajo puede resultar oscuro y poco inspirador, aunque conlleve grandes dosis de elegancia.
Si te gusta mucho y estás convencido de utilizarlo, puedes combinarlo con blanco para restar seriedad al conjunto. Otra opción es pintar de negro algunos muebles y elementos de la zona de oficina, como una librería o la mesa de trabajo.
