Las redes sociales, ¿influyen en los trastornos de la conducta alimentaria?

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Dic

Las redes sociales, ¿influyen en los trastornos de la conducta alimentaria?

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Los trastornos de la conducta alimentaria (TCA) no son un problema menor. Tanto es así, que con el objetivo de concienciar a la población sobre su importancia, desde el año 2012 se conmemora cada 30 de noviembre su Día Internacional. No podemos pasar por alto que se han convertido en uno de los problemas de salud mental que más han aumentado en los últimos años. En España, según datos de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG), existe una prevalencia de entre el 4,1% y el 6,4% en las jóvenes de 12 a 21 años y tiene un claro perfil femenino: 9 de cada 10 personas que padecen estos trastornos son mujeres. “Según los últimos estudios, de forma general se ha observado que las tasas de anorexia y bulimia se han mantenido estables, lo cual tampoco es una buena noticia, dada la elevada prevalencia en nuestra sociedad. Si bien es cierto que históricamente se han asociado los TCA a los trastornos de anorexia y bulimia nerviosa, esta problemática va mucho más allá de estas dos casuísticas y de hecho en los últimos años se ha comenzado a hablar con mayor insistencia de nuevos trastornos como la vigorexia (obsesión por tener un cuerpo musculado) y la ortorexia (obsesión por comer alimentos saludables) junto con el trastorno por atracón del que cada vez se habla más y nos encontramos con mucha frecuencia en la consulta”, nos cuenta María García Salinas, psicóloga de bluaU de Sanitas.

Y es que se trata de trastornos mentales de origen multifactorial (factores biológicos, psicológicos y socioculturales), con graves repercusiones en la vida de quienes los sufren. “Las personas con TCA presentan síntomas psicopatológicos como alta obsesividad, excesivo miedo a engordar o distorsión de la imagen corporal, que pueden acabar provocando alteraciones físicas, como la malnutrición. Estas alteraciones físicas a su vez acostumbran a venir acompañadas de alteraciones psicológicas como la depresión, la ansiedad o características disfuncionales de la personalidad”, explican los expertos de la Clínica López Ibor.

La influencia del confinamiento

Hay una variable que hay que tener en cuenta además. Y es que, lejos de descender, a raíz del confinamiento, los casos de TCA han aumentado un 20%, según cifras de Fundación Fita. Preocupa, además, la edad cada vez más temprana a la que se manifiestan estos trastornos. El mayor tiempo de exposición a las tecnologías y redes sociales durante el confinamiento y el impacto de la pandemia en la salud mental, especialmente de los adolescentes, son algunas de las razones que explican este incremento.

“La insatisfacción con la imagen personal y el deseo de cambiarla suele ser uno de los síntomas que muestran estos trastornos alimentarios, sin embargo, se trata de problemáticas cuyo origen es multifactorial (emocional, personal, familiar, sociocultural, etc.) y presentan numerosas causas subyacentes que hacen que su intervención sea compleja y no se limite solo al síntoma detectado”, explica Raquel Velasco, psicóloga de BluaU de Sanitas. “De forma general, los trastornos de conducta alimentaria suelen estar relacionados con muchas variables distintas, entre ellas, encontramos, características personales del individuo, capacidad de regulación emocional, autoconcepto, entorno familiar y social. Por ello, encontramos que para que el tratamiento sea eficaz necesitaremos manejar muchos de esos factores subyacentes”, matiza la especialista.

¿Afectan más a un determinado perfil de paciente?

Los expertos constatan que, basándose en su experiencia, se puede concluir que las mujeres son más propensas a tener estos trastornos alimentarios, en parte por la presión social que se ejerce sobre su cuerpo, especialmente desde la infancia, como indica la Asociación Contra la Anorexia y la Bulimia (ACAB). “De acuerdo con los estudios realizados, se estima que el 90% de las personas que sufren TCA son mujeres, frente al 10% en comparación con los varones. Existen varias teorías explicativas que apoyan esta diferencia, por un lado, está la menor detección de casos en hombres, que podría tener que ver con la estigmatización al tratarse de ‘una enfermedad de mujeres’, como erróneamente se suele pensar y con que generalmente en los hombres los TCA suelen cursar con menos complicaciones físicas, lo que puede llevar a una mayor ocultación del trastorno”, cuenta la psicóloga de Sanitas, que añade que, por otro lado, nos encontramos con la presión social hacia la belleza que sufren las mujeres, relacionada directamente con la delgadez y la perfección, factores de riesgo para el desarrollo de los TCA entre otros.

La mujer ha estado siempre mucho más sometida a la presión social por la imagen y, sin duda, esta presión se ha visto reforzada por las redes sociales y los medios de comunicación. Es por ello por lo que aun muchas mujeres siguen sintiendo que solo podrán ser validas, exitosas, e incluso felices únicamente si alcanzan cierto aspecto o simplemente un número determinado en la báscula. Aquí debemos entender que no se trata de creencias superficiales, sino de creencias muy arraigadas debido a todos los mensajes recibidos (entorno, tv, películas, marketing, sociedad, familia, etc.)  desde la niñez, lo que hace que se integren como creencias o ideas nucleares. Si hacemos un análisis objetivo, comprobaremos como los estereotipos de belleza han ido cambiando a lo largo del tiempo, la estética deseada muta de forma continua, y sin embargo, los trastornos de TCA siguen siendo un problema latente, ya que casi siempre se trata de cuestiones que van más allá de lo puramente físico. De hecho, factores la tendencia al perfeccionismo y la autoexigencia, la falta de autoestima, la depresión, vivir en entornos desestructurados, etc, contribuyen a que estas personas entiendan el control sobre el propio cuerpo como un camino hacia la aceptación y la solución a otros problemas emocionales de mayor calado”, añade.

La influencia de las redes sociales

Y, sin duda, la influencia de las redes sociales, el hecho de estar hiperconectado, puede tener influencia en este aspecto. Es un hecho que gracias a la opción de tener la información al alcance de la mano, desde la pantalla del móvil, tenemos más facilidad de acceso y uso de información nociva. Y, además, la constante necesidad de compararse con los demás puede derivar a un problema psicológico grave.Son, precisamente, los más jóvenes quienes mayor contacto tienen con las redes sociales, que se han convertido en una extensión de su propia vida. Y en relación con esta problemática, incluso algunos jóvenes han formado comunidades en línea donde discuten los trastornos alimentarios e intercambian consejos sobre las mejores formas de perder peso y verse delgados. Lo hacen, además, sorteando los posibles riesgos, usando hashtags creativos y abreviaturas para sortear los filtros. Solo hay que ver los datos: más de 4,5 millones de fotos colgadas en esta red llevan la etiqueta #anorexia.

“Aunque anteriormente se comenta que detrás de estos trastornos de conducta alimentaria, hay otros factores de los que no se habla tanto que pueden jugar un papel muy importante, es cierto que, las redes sociales actúan como un factor de precipitación y de riesgo importante para la aparición de estos problemas. Sobre todo, en la etapa de la adolescencia, en la cual, nuestros adolescentes están muy centrados en buscar la aceptación y admiración de su grupo de iguales. De esa manera, intentarán imitar los cánones de belleza irreales que marcan tendencia en las redes.”, afirma la psicóloga de bluaU de Sanitas.

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