Amistad: refugio de las responsabilidades

13
Jul

Amistad: refugio de las responsabilidades

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Un análisis del vínculo de la amistad por el psicólogo Gervasio Castelli nos presenta cómo este vínculo es uno de los más importantes en la formación de la personalidad del individuo. Asocia el vínculo al “refugio” a lo largo de la vida y los beneficios que conlleva tener este tipo de relaciones. 

Como refugio

La amistad es un refugio para las responsabilidades de la vida cotidiana. Con los hijos, hacia los padres, con los compañeros de trabajo, incluso con los hermanos, la responsabilidad en esos roles está siempre presente. En la amistad no, uno puede estar, escuchar, dar una mano; pero nada de eso tiene que ver con la idea de responsabilidad. Por otro lado, en este vínculo se puede prescindir de los proyectos. Uno puede ser amigo de alguien por cincuenta años sin tener ningún tipo de proyecto en común más que comer asado una vez por mes.

Es verse, hablar pavadas y cosas serias asociadas a los dolores de la vida también, y no hace falta más nada. La amistad construye identidad: somos nuestros amigos, estamos hechos un poco de ellos, y ellos de nosotros, ya que son nuestros pares, que comparten toda una serie de códigos, gustos e intereses en común como iguales generacionales. La familia primaria sin duda que es la que más moldea nuestra personalidad y carácter; pero es la amistad la que termina ese proceso (en muchos casos los amigos nos salvan la vida si hubo una familia primaria muy negativa).

Los amigos: compañeros de andanzas

Pero lo más importante es que los amigos son los compañeros de andanzas: con ellos compartimos diferentes etapas de la vida, las penas, las maduraciones y regresiones que armamos con las crisis, nuestras conquistas. En las buenas amistades nos alegramos o entristecemos por los logros o las penas del otro. Pero lo más importante, hablamos de la vida, sin parar, ¡pero sin parar! y eso es profundamente curativo.

Pero también están los consejos, que muchas veces pueden sacarnos de una situación compleja. Y se aprende: aprendemos cómo ese otro procesa la realidad. Muchas veces simplemente con observar cómo se maneja un amigo en determinados asuntos, crecemos, copiamos, y hasta podemos ser mejores personas. En general la amistad está bastante higienizada de conflictos, si es auténtica (una amistad trabajada), difícil que se pongan en juego los típicos sentimientos oscuros que tenemos los seres humanos, como la envidia, la competencia, el odio, el orgullo.

La amistad y el tiempo

La amistad resiste el tiempo y la distancia: uno puede verse una vez por año, o incluso menos, y en esos reencuentros, ya está: a los tres segundos estás en la frecuencia de siempre. No pasa nada. No ocurre así en otros vínculos, en el amor por ejemplo.

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