Dejarlo todo para más adelante, más aún en una situación como la actual en la que, debido a la crisis sanitaria y social motivada por la COVID-19, todo parece ser provisional… Eso es la procrastinación. El arte de dejar las cosas para después.
“La procrastinación es ese pensamiento que te da la idea de que lo que es tan importante realizar ahora, no lo es, y que, en otro momento puedes llevarlo a cabo, cuando llega ese otro momento, ese mismo pensamiento se repite, haciendo de nuevo que la acción tome un segundo, tercer, cuarto o último lugar, postergándolo día sí, día también. La procastinación es esa lucha entre un deseo y una necesidad, entre un cerebro que toma decisiones, y, uno que busca esa sensación más hedónica. Aparece cuando tenemos dificultades a la hora de regular nuestras propias metas y acciones, de tal forma que, no utilizamos una correcta gestión del tiempo, sino que nos perdemos en otras tareas que puedan sernos más placenteras, o, menos aversivas que la meta que ya teníamos en mente”, nos detalla Alba Sanz, especialista de Mundopsicologos.com.
En opinión de la psicóloga, tendemos a postergar cuando nos enfrentamos ante un reto u obstáculo. Y es que considera que aquella tarea que nos exige más, o, nos genera una sensación de miedo, va a generar que, de forma inconsciente, busquemos por todos los medios posibles evitar aquello que nos genera ese mismo miedo, de ahí que empecemos a postergar. “Los miedos más comunes ante los que sale esa reacción de postergar suelen ser miedo al fracaso, no ser capaz, miedo al rechazo, abandono o soledad. Estos miedos son inconscientes, por lo que la reacción de postergar sale automáticamente como una forma de nuestra inconsciente para protegernos”, apunta.
Y nos cuenta que otra experiencia que puede generar el postergar es sentir la tarea a realizar como una obligación o como muy tediosa. El ver algo como una obligación hace que la motivación sea extrínseca, es decir, está fuera de nosotros, por lo que suele costar mucho más realizarla, o incluso, acabarla. “Por otro lado, cuando lo vemos cómo algo tedioso o difícil esa motivación también disminuye, y, se nos puede mezclar con un miedo al fracaso, lo que hace que, de nuevo, posterguemos la tarea”, detalla.
Todo parece indicar que esta situación, ese dejar para más adelante, ha aumenta durante estos meses de stand by que ha marcado la pandemia. “Ante la situación de la pandemia ha sido muy común la sensación de no controlar lo que ocurría, lo que genera miedo. La situación a nivel social se ha visto muy reducida, por lo que la posible motivación, o apoyo, que ejercían las personas de nuestro alrededor se ha reducido. La ansiedad, estrés e incertidumbre han aumentado. Todos estos factores hacen ejerzan una influencia en la procrastinación dando lugar a que aumentemos la cantidad de veces que la utilizamos, ya que esta acción suele aumentar si la desmotivación o el miedo aumentan, o la motivación extrínseca disminuye”, nos detalla.
Y es que, sin duda, ha podido influir el hecho de que vivimos en una especie de época en la que todo es temporal, en la que es complicado hacer planes a medio plazo. “Hemos aprendido eso de “vive el momento”, “la vida es efímera”, aunque, sí es verdad que hemos tergiversado un poco su significado real. Si bien la idea más sana podría ser la de vive el momento como disfrutar y siete cada cosa que ocurra tu alrededor (cada situación cotidiana para darle un nuevo tinte, cada persona de tu alrededor, cada tarea viéndola como reto, logro…) al final, hemos tomado ese significado como “vamos a realizar actividades placenteras porque no sabemos qué va a pasar mañana”. Esta idea genera muchas dificultades, ya que la toma de decisiones se realiza a corto o medio plazo, lo que ejerce su influencia, a su vez, en evitar el compromiso, algo que parece, cada vez nos da más miedo, utilizamos la excusa de no compromiso y de vivir situaciones placenteras únicamente, como una excusa ante el miedo”, nos detalla la psicóloga.
¿Qué sucede entonces? “Nos genera grandes consecuencias en nuestra autoestima, al final el evitar miedos y no comprometernos cambia nuestra percepción de nosotros y nuestra capacidad de afrontamiento. Por lo tanto, si tenemos esa percepción de la vida, o influencia de nuestro alrededor, te demos a postergar más como resultado a estas dos influencias”, nos explica.
-Necesidad vs deseo. Es importante diferenciar lo que necesitamos y lo que deseamos. Muchas veces lo que necesitamos no nos resulta agradable, aunque sea en los primeros pasos, si no diferenciamos estos dos conceptos, lo no agradable lo dejaremos por el camino.
-Metas a largo plazo. Realiza metas a largo plazo, la toma de decisiones a largo plazo es la toma de decisiones madura, ahí visualizamos una meta y aquello que nos va a generar, de esta forma es más fácil ir superando los pequeños pasos que estén en el camino, hasta llegar a conseguirlo, aunque no sean del todo de nuestro gusto.
-Autoconocimiento y estrategias. Distinguir que hace que postergues algo, si es miedo ver diferentes estrategias que puedas utilizar para dar ese paso, si es desmotivación, ver qué ha ocurrido para que baje y buscar nuevas formas de visualizarlo y afrontarlo.
-Compromiso. Cumplir con tu palabra y comprometerte con tus propias metas.
-Haz minimetas. Divide una meta en varios pasos, eso hará que te resulte más fácil realizarlo. Gestión del espacio. Cuando vayas a realizar una actividad utiliza el contexto, evita distracciones como el móvil, utiliza técnicas para concentrarte…
-Empieza. Lo que más suele costar es empezar, dar el primer país e introducir las estrategias anteriores generará que consigas tu meta.