Regar las plantas, ya sean de interior o de exterior, es una tarea clave más difícil de lo que parece. Es mucho más que el simple hecho de aportar agua a las plantas con cierta frecuencia. Y aunque esta es la esencia del trabajo, resulta imprescindible saber cómo y cuándo hacerlo de forma acertada.
La prueba de la dificultad que entraña el riego de las plantas son los errores comunes que se suelen cometer. Conocerlos es el primer paso para poder evitarlos.
Esta es una equivocación que suelen cometer casi todos aquellos que se inician en el mundo de la jardinería. Si eres principiante, seguramente no tendrás interiorizado el cuidado de las plantas y es posible que olvides ciertas tareas, como la de regarlas cuando lo necesitan. Esto les causará un sufrimiento mayor o menor, en función de los días que pasen sin aportar agua a tus plantas.
Si el olvido es grande, algunas de tus plantas, las que necesiten agua con mayor frecuencia, estarán mustias y arrugadas. Para tratar de salvar las que están en maceta, si no se han secado del todo, sumérgelas en un contenedor con agua para que absorban toda la que necesiten. Cuando dejen de salir burbujas en el agua podrás sacar la maceta.
Para evitar que se te vuelva a olvidar regar tus plantas, existen ciertas tácticas que puedes poner en práctica. Comienza por fijar un día concreto a la semana para regar con el objetivo de crear un hábito que te ayude a recordar ese trabajo. Así será más difícil que te despistes.
También puedes utilizar trucos que te ayuden a recordar: alarmas en el móvil, pequeñas notas estratégicamente colocadas, etc. Si a pesar de ello sigues olvidándote a menudo de regar las plantas, entonces necesitas una solución drástica: el riego automático y programado. Con un sistema de riego conectado a un grifo y a un programador que regule el aporte de agua ya no tendrás que preocuparte.
No todas las plantas son iguales ni necesitan los mismos cuidados, y eso es así en cuanto a la luz, las temperaturas, el tipo de suelo y, por supuesto, el riego.
Pero, sin embargo, muchos aficionados a la jardinería emprenden la tarea de regar el jardín, o las plantas en maceta del interior, aportando a todos sus ejemplares la misma cantidad de agua, de la misma manera y con la misma frecuencia. Un claro error. Algunas plantas recibirán más agua de la que necesitan mientras que otras pasarán sed.
La mejor táctica para tener un jardín esplendoroso es conocer cómo son tus plantas, qué necesidades tienen en todos los aspectos. Si te preocupas por descubrir qué les viene bien y qué no, estarán esplendorosas.
En lo que al riego se refiere, es buena idea agrupar en el jardín o en la terraza plantas de especies con necesidades hídricas similares. Así podrás establecer pautas de riego y ahorrarás tiempo regando cada grupo de la forma adecuada.
¿Quién dijo que hay que regar las plantas siempre de la misma manera? Son muchos los factores que determinan la cantidad y la frecuencia con las que debes aportarles agua: la estación del año y, por tanto, la temperatura ambiental, si lleva mucho tiempo sin llover o no, si las plantas crecen en maceta o en el suelo del jardín, si están en pleno período de floración, etc. Es una equivocación regar siempre una planta de la misma manera sin tener en cuenta todas estas cosas.
Además de aprender que cada planta tiene sus propias necesidades de riego, también es necesario darse cuenta de que determinadas situaciones modifican esos requerimientos de agua de las plantas. En verano, por ejemplo, cuando el calor aprieta, tus plantas te agradecerán que aumentes los riegos en frecuencia y cantidad.
También necesitan más agua las plantas cuando crecen en maceta. Y, si están en el jardín, algunos agentes climatológicos (como el viento fuerte o la escasez de lluvias) también pueden aumentar las necesidades de riego de las plantas.
Es una de las grandes equivocaciones que puedes cometer al cultivar plantas en casa y, sin embargo, es difícil no caer en ella. Pasarse con el riego es mucho más común de los que se piensa y, por desgracia, también mucho más perjudicial.
La mayoría de las especies odian el exceso de agua: hace que el sustrato se encharque y que las raíces de las plantas se asfixien. Además, favorece la aparición de hongos y provoca que el suelo o el sustrato de las macetas pierdan nutrientes. Un completo desastre.
Aunque muy habitual, no por ello resulta fácil solucionar este error. Una planta regada en exceso pierde las hojas y, las que quedan aparecen mustias.
Para tratar de salvar el ejemplar sácalo del tiesto y envuelve el cepellón en papel absorbente, cambiándolo cuando se empape. Es necesario dejar secar la planta y suspender los riegos durante un tiempo.
En caso de que hayan aparecido hongos por exceso de riego, lo mejor es emplear un fungicida adecuado. Añade también un abono líquido cada tres semanas para que el sustrato recupere su esencia.
No es buena idea regar tu jardín cuando el sol esté ya alto en el cielo, al menos en verano. Si lo haces el agua se evaporará muy rápidamente por efecto del calor y no llegará a las raíces de las plantas, lo que será como no haber regado.
Esto sucede también con las plantas que están en maceta, especialmente si estas son de barro. Al ser un material muy poroso el agua se evapora con mayor rapidez.
La manera de evitar este error es no regar en las horas centrales del día y hacerlo cuando el sol aún no haya salido o ya se haya ocultado. Son momentos del día más frescos, lo que evita la rápida evaporación del agua.
Aumenta ligeramente la frecuencia de riego de las plantas que crecen en maceta, para compensar la pérdida de humedad que suponen estos contenedores.